domingo, 16 de noviembre de 2008

IN-EDIT BEEFEATER 2008 (3)

En el verano del '04 Brian Wilson actuó dentro del Festival de Benicàssim junto a un cartel plagado de viejas glorias de la historia de la música exhumadas para la ocasión, como Lou Reed, Kraftwerk, Pet Shop Boys, Morrissey o el ya fallecido Arthur Lee. A Wilson le quedaba por entonces muy lejos la imagen del eterno adolescente que cantaba a las delicias de la vida californiana junto al resto de 'Beach Boys' en su época dorada. El que fuera cerebro creativo y punta de lanza de aquellos iconos del sueño americano aparecía en el escenario del FIB hecho una caricatura de sí mismo: físicamente desmesurado, agotado y con menos ritmo que la momia de Tutankamon interpretaba sin levantar a penas la voz -ni el trasero del asiento- aquellas canciones maravillosas junto a, eso sí, una corte de jóvenes -y buenos- músicos que consiguieron con su entusiasmo y destreza salvar la papeleta y emocionar a los nostálgicos.

Pero el por qué de la vuelta de Brian Wilson tiene una explicación menos prosaica de lo que pueda parecer. ¿Era necesaria?. La respuesta la encontramos en 'Beautiful Dreamer. Brian Wilson and the story of 'Smile'' de David Leaf. Contada en primera persona por su protagonista el documental recoge la historia de Smile, el disco con el que Wilson quiso superar Pet Sounds y cuyo rechazo por parte de la banda unido a las presiones del productor inició el declive personal del líder de los Beach Boys. Smile suponía por aquel entonces la apertura de nuevos horizontes dentro el universo creativo y experimental de Wilson. Las letras que compuso para él su colaborador Van Dyke Parks eludían los temas de siempre (surf, chicas, diversión, etc) y abarcaban aspectos más profundos del ser humano, a veces a través de intrincadas metáforas, un cambio de registro que no gustó nada al resto del grupo. Melodías salidas de los instrumentos más variopintos, temáticas nuevas y, en definitiva, formas de hacer música adelantadas a su tiempo acabaron cayendo en saco roto y el álbum, de cual ya se había adelantado el exitoso single 'Good vibrations' no se llegaría a editar. El compositor, perfeccionista obsesivo, interpretó el rechazo de Smile como un fracaso personal, un duro golpe en su frágil autoestima que le acabaría llevando por el camino de la depresión, las drogas, la paranoia y el aislamiento. Continuó con los Beach Boys pero ya nunca más volvería a ser el mismo.

La sorpresa llega tres décadas después cuando tras una vida marcada por los excesos y los tratamientos psiquiátricos, Brian Wilson decide, contra todo pronóstico, retomar la grabación de Smile. Al fin y al cabo, él sí creía en aquel disco. Para ello vuelve a contar con su amigo y compañero Van Dyke Parks y se rodea de un grupo de jóvenes músicos con los que trabajará en la recuperación de aquellas melodías, algunas todavía embrionarias, que acabará convirtiendo en canciones. El documental de Leaf logra captar la emoción de aquel momento, el esfuerzo de superación personal que supuso para el compositor tener que enfrentarse a sus demonios internos, a sus dudas, miedos y supersticiones sobre un disco que creía maldito y que marcaría su vida. Imagen impagable la de Wilson en los ensayos previos a la presentación oficial: sentado en un sofá, sin hablar ni colaborar con el resto, con la mirada perdida a veces, amenazante en otras, realmente nadie sabe qué es lo que pasa por su cabeza y en el aire planea la idea de que, después de todo, el pánico le haga echarse atrás. Afortunadamente eso no ocurre y el círculo se cierra cuando Smile al final es tocado en directo en el Royal Festival Hall de Londres en febrero de 2004 ante un público de fans llegados de todo el mundo. Ovación y catarsis colectiva (incluido Paul McCartney) y momento de explosión visceral cuando Wilson pide que suba al escenario Van Dyke Parks.

El resto ya lo conocemos, la gira-presentación que le llevó durante aquel 2004-05 a países como el nuestro. Brian Wilson volvió a tocar, sin estar en su mejor forma y con las secuelas de una vida llevada al límite, marcada por la enfermedad, pero si nos preguntamos si su vuelta era necesaria, sin duda la respuesta es sí.


El documental de Leaf ha sido a mi juicio el más destacable de esta edición de In-edit, de entre los que yo he podido disfrutar. Particular mención especial también para 'Gimme Shelter', de Albert Maysles, 'Silvio. A la diestra del cielo', de Francisco Bech y 'Bananaz', de Cery Levy. El resto, para que no me olvide de ellos: 'Joy Division' de Grant Gee, 'Gonzo The life and Work of Dr. Hunter S.Thompson' de Alex Gibney (presentado en Sitges 2008), 'Patti Smith Dream of Life' de Steven Sebring, 'Kurt Cobain About a son' de Aj Schnack y el comentado en el primer post 'Tom Petty&The Heartbreakers Runnin' Down a Dream' de Peter Bogdanovich.


Sandra M.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El documental es enternecedor. Para quienes habíamos escuchado las versiones piratas del Smile, esclarecedor, además, de porqué aquello no llegó a ningún sitio.
Es extraño sin embargo que no cite en ningún sitio el documental el disco secuela Smiley Smile, con algunas canciones previstas para el Smile.
Documentales como éste enseñan a querer a los músicos, a entenderles, a comprender qué les pasa por la cabeza y no quedarnos con la imagen de 'está zumbado', a la que nos condenan los clichés.
Y como siempre, no hay que quedarse con la imagen actual de Wilson, o de cualquier otro de los grandes dinosaurios que ahora vemos ridículos o pasadísimos, sino que viene bien recordar su obra, y conservar el recuerdo de todo lo bueno que nos han dado y saber comprender las vueltas y los toboganes de la vida.
Ala.