viernes, 5 de diciembre de 2008

24 realidades por segundo. Nina Kusturica, Eva Testor (2004)

Si quisiéramos construir un retrato psicológico de Michael Haneke a partir de los personajes que aparecen en sus películas podríamos pensar en un individuo frío, egocéntrico, sádico, amoral, falto de empatía y con auténticas dificultades para mantener relaciones personales sanas con el resto de sus semejantes. Rasgos que encajan en la definición de 'personalidad antisocial', etiqueta de manual que suaviza lo que entendemos por psicopatía. Y aunque el interés morboso de Haneke por 'jugar' con las conductas más extremas del ser humano y presentar una visión gélida y descorazonadora de la realidad en la que vivimos sea algo evidente y carta de presentación de casi todos sus trabajos, descubrimos que también más allá de la imagen que ofrece su cine hay un individuo de carne y hueso que no va escupiendo a la cara de sus congéneres. La parte más 'humana' de Haneke es la que encontramos en el documental que Nina Kusturica (nada que ver con el realizador serbio) y Eva Testor dedican a la figura del controvertido cineasta austríaco.

El director impone de entrada por su porte serio y distante, su barba y gafas de profesor de universidad (o de psicoanalista, como su compatriota Freud), su sobriedad para vestir (normalmente de negro riguroso) y por la contundencia de su acento. Sin embargo también le vemos sonreír, bromear con un fotógrafo, responder a las preguntas de un grupo de estudiantes y dialogar con la que -se intuye- debe ser su pareja, ya que en ningún momento el documental ofrece rótulos explicativos. Asistimos a algunos momentos del rodaje de 'Caché' ('05) y a la promoción de 'El tiempo del lobo' ('03). Haneke habla de sus películas pero se mantiene al margen de las interpretaciones con el fin de 'preservar la ambigüedad', como él mismo manifiesta. En el set de rodaje se muestra estricto con las directrices y perfeccionista con los resultados, da la impresión de tener un claro esquema mental sobre aquello que pretende obtener de un actor y una escena, siendo inflexible al respecto. Aunque no llega a profundizar en su vida privada sí que en cierto momento ironiza sobre la distante relación que mantenía con su padre. Hubiese sido interesante que el documental ahondara algo más en estos aspectos de su biografía personal ya que con seguridad arrojarían pistas para saber cuánto del propio Haneke hay en los personajes de sus películas.

Deudor de sus estudios en filosofía y psicología su imagen es la de un intelectual que despliega en sus films un juego consciente y maquiavélico con el espectador. Películas como 'Funny games' o 'La pianista', por citar un par de ejemplos, mantienen una incómoda tensión sostenida de principio a fin y suponen todo un reto para los nervios de la audiencia que se atreva a lidiar con ellas. Su primigenia 'trilogía de la glaciación emocional' sentó las bases de un estilo propio de hacer cine que le caracterizará y acompañará a lo largo de su carrera: técnicamente, la abundancia de largos planos fijos, la utilización de algún que otro travelling, el juego con los sonidos y la inclusión de planos aparentemente irrelevantes refuerzan el clima perturbador de sus películas. En cuanto al transfondo destaca el retrato descarnado de la sociedad actual, caracterizada por la falta de comunicación, la soledad, el desencanto, la deshumanización, la violencia, la frialdad, y, en definitiva, por esa misma glaciación emocional que tan perfectamente define su título. Una visión de la realidad que recuerda también a la del escritor J.G. Ballard.

Sus películas no pretenden adoctrinar sino hacer que cada cual extraiga sus propias conclusiones. Nadie como él para sacar a la luz aquello que nos molesta y avergüenza pero que al mismo tiempo concierne a todos y ante lo cual demasiadas veces reaccionamos mirando hacia otro lado. La mirada Haneke es, en cambio, directa, fría e implacable, pero también certera. Su cámara nos acaba convirtiendo en voyeurs contemplando el espectaculo de nuestras propias miserias.

Sandra M.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tendemos a confundir al artista con su obra, y nos gusta pensar que Haneke (por ejemplo) es 24horas al día Haneke, el director de cine cuyas películas son un canto a la desesperanza. Pero no puede ser así.
Como especialista en Haneke, tras haber visto dos películas del austríaco, puedo decir que este hombre, en el fondo es un cachondo con un mensaje más simple del que nos podemos imaginar. Una especie de señor que nos dice 'a mí lo que me gustaría de verdad hacer con el mundo es esto, pero bueno, por el momento sólo soy capaz de hacerlo en las películas'.
Mientras, los demás, acobardados en nuestro pequeño mundo, nos hacemos pajas mentales pensando en esa mente tortuosa, en esa persona fría, en ese 'maestro' que conoce la verdad.
La única diferencia es que él hace películas en las que dice cosas, y los demás nos conformamos con mirarlas.

Hernán dijo...

No conocía la existencia de este documental, y mi admiración por Haneke tiene años...
Gracias por el post y muy bueno el blog.

Saludos.