viernes, 9 de enero de 2009

La cuestión humana. Nicolas Klotz (2007)

(Contiene mucho spoiler...)

No es la primera vez que un director se toma ciertas licencias cinematográficas para convertir el papel del psicólogo -o de la Psicología en general- en un recurso argumental atractivo en lugar de ajustarlo a la realidad. Sucedía -y no cuestiono la calidad del film- con la representación de la enfermedad mental de Catherine Deneuve en 'Repulsión' de Roman Polanski y sucede también con el rol profesional de Mathieu Amalric en la francesa 'La cuestión humana' de Nicolas Klotz.


Simon (Mathieu Amalric) tiene 40 años y trabaja como reconocido psicólogo en el departamento de recursos humanos de una empresa petroquímica, filial en Francia de una importante multinacional alemana. Aunque su función es la de realizar entrevistas de trabajo y organizar dinámicas para ejecutivos no le tiembla el pulso cuando el codirector de la empresa le reclama para elaborar un informe clínico que evalúe el estado mental del director general, de quién sospecha está perdiendo facultades y teme que pueda llevar a la empresa al desastre. A partir de ese momento Simon analiza en secreto el comportamiento del director general a través de varios encuentros en los que finge hacer peticiones relacionadas con su departamento. En realidad un psicólogo con un mínimo de dignidad profesional rechazaría llevar a cabo una tarea así ya que estaría pisoteando los principios éticos y metodológicos básicos que rigen la disciplina. Sin embargo el personaje de Simon no se nos presenta como un animal sin escrúpulos ni como víctima clara de un chantaje, lo que reafirma la idea del desconocimiento general, intencionado o no, de las funciones del psicólogo. Un detalle que como mucho molestará a una minoría de espectadores y que, una vez más, será fagocitado como algo normal por el resto.

Por contra el 'verdadero' conflicto moral, aquel que interesa al director y que constituye el gancho de la película, es el que tiene lugar cuando Simon descubre que el encargo que le realiza el codirector responde en realidad a una estrategia de este último para desprestigiar y quitar de en medio al director general. Las raíces de la antipatía que existe entre ambos se remontaran a un pasado con inesperadas conexiones con el Holocausto y el tercer Reich.

La película, elegida por el programa 'Días de cine' como una de las 10 mejores del '07 (que no es poco), en mi opinión no sabe conducir con éxito un argumento potente y con muchas posibilidades. La buena interpretación de Mathieu Amalric -al que habíamos poco antes en La escafandra y la mariposa y como el villano de Quantum of Solace- no está a la altura de un guión que parece perderse en su propio discurso. La película juega con el lenguaje de la organizaciones, el cual es tan frío y técnico como lo eran los informes nazis, y de alguna manera pretende equiparar el microcosmos empresarial a lo que sería la vida en un estado fascista, donde sólo los mejor preparados tienen derecho a permanecer mientras que los que demuestran alguna flaqueza deben ser apartados de inmediato. El protagonista, tras ahondar en el pasado de sus superiores, siente que de alguna manera él como psicólogo de recursos humanos también está contribuyendo a estos procesos de admisión/exclusión y eso le lleva a padecer su propia crisis personal. Hacia la parte final la película roza el melodrama, se emborracha de su propio discurso antinazi y acaba con un final que no arroja soluciones a las cuestiones que había ido planteando.


Como contrapunto la ambientación musical es variada y juega un papel muy importante convirtiéndose también en otro de los protagonistas del film (atención a la intervención del cantaor flamenco Miguel Poveda). De hecho si tuviera que escoger una escena de esta película me quedaría por varios motivos con aquella que tiene lugar al principio, en la discoteca, donde los ejecutivos de la empresa, borrachos y desfasados, bailan atolondrados Temptation de New Order.

Sandra M.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad es que el lenguaje empresarial se asemeja cada vez más al utilizado en los regímenes fascistas para 'incentivar' y 'hacer competitivos' a sus empleados.
supongo que un psicólogo no podrá hacer eso, pero utilizar a un detective privado, con problemas con el alcohol, al que acaba de dejar su mujer llevándose a su hija pequeña, y que fue policía y lo apartaron del cuerpo por un asunto turbio, ya está muy visto.
hay que darle cancha a nuevos iconos, psicólogos, científicos, etc.
como siempre, muy buen artículo.

Sandra M. dijo...

Por supuesto estoy de acuerdo en que hay que acabar con los clichés (este del detective me ha hecho mucha gracia)pero eso es una cosa y otra es falsear la realidad porque como bien me señaló una persona... al igual que sucede con la televisión -o con los blogs- muchas veces tomamos como ciertas informaciones sólo porque aparecen ahí, sin contrastarlas. El cine es un arte, no un manual de física nuclear, no se le puede exigir que sea objetivo y riguroso, pero en el caso de esta película creo que costaba poco que el personaje hubiese mostrado un mínimo de incomodidad ante 'el encargo', teniendo en cuenta que en la vida real un psicólogo no debería actuar de esa manera. Pero que vamos, sólo era una pequeña reflexión personal porque el tema me toca de cerca, luego no salí de la sala indignada por esto ni mucho menos. Gracias por el comment ;)

Anónimo dijo...

Sandra M! Debería de sonarme tu idenditad? Porque soy un desastre...

anyway, gracias por el enlace!

Alberto dijo...

Me mola esta frase:

"No es la primera vez que un director se toma ciertas licencias cinematográficas para convertir el papel del psicólogo -o de la Psicología en general- en un recurso argumental atractivo en lugar de ajustarlo a la realidad."